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Encontró su lagartona y se casó con ella; Alcalde cumple la tradición ancestral


Oaxaca; julio 3 del 2013.-Entre aplausos, baile y un beso cargado de buenos deseos, el alcalde de un pueblo del sur de México contrajo matrimonio con un cocodrilo, cumpliendo un rito tradicional para pedir prosperidad y abundancia para su comunidad. Si bien se trata de una tradición de más de 200 años, la insólita escena sigue provocando el asombro del mundo.
Víctor Hugo Sosa, el alcalde de San Pedro Huamelula, una comunidad indígena chontal del istmo de Tehuantepec (estado de Oaxaca, sur), confesó su afecto por la novia reptil llamada Alicia Adriana, que asume el papel de “la niña princesa” en esta celebración ancestral.
”Acepto la responsabilidad porque nos queremos, eso es lo importante, no puede haber un matrimonio si no se quieren. Nos queremos y acepto casarme con la niña princesa”, expresó Sosa durante la ceremonia.
Tradición
La unión entre un hombre y un caimán hembra se celebra en este pueblo desde hace más de 230 años para conmemorar el día en que dos etnias de la región, los huaves y los chontales, se integraron gracias a una boda.
La tradición relata que las fricciones entre ambos pueblos se terminaron con el casamiento del rey chontal, hoy representado por el alcalde, y la niña princesa huave, comunidad asentada en la localidad de San Mateo del Mar, encarnada en el caimán hembra.

La boda les permite “enlazarse con lo que es el emblema de la madre tierra. Todo pidiéndole al poderoso la lluvia, la germinación de la semilla, todas esas cosas que son la paz, la armonía del hombre chontal”, explica Jaime Zárate, cronista de San Pedro Huamelula.
Antes de contraer nupcias, Alicia Adriana es paseada casa por casa, para que los habitantes bailen con ella, que va ataviada con falda verde, huipil negro y un tocado de cintas y lentejuelas de colores.
Lleva la boca bien amarrada para evitar problemas. Luego es vestida con su traje de novia blanco, con adornos plateados, y trasladada al palacio municipal para casarse con el alcalde. Joel Vásquez, pescador y habitante del pueblo, lanza su red y declama su fe en que la boda abrirá “la buena” pesca. “Para que en esta nación haya prosperidad, para que se encuentren las maneras de vivir en paz y se formulen equilibrios”, señala.
Tras la boda, el alcalde baila con su esposa al ritmo de la música tradicional del pueblo. ”Por el matrimonio que estamos llevando el día de hoy, estamos muy contentos porque estamos celebrando la unión de dos culturas, el pueblo está contento”, manifestó Sosa. El baile culmina con un beso que sella la unión entre el rey y la niña princesa.

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