Cada vez que hay turistas de crucero hace su espectáculo desde la glorieta del corazón de Mazatlán.
Es el otro clavadista.
Y se lanza desde las rocas a un espacio reducido y de poca profundidad.
Se llama Héctor Adrián Estrada Arellano y dice tener 29 años trabajando en ese lugar, considerado uno de los más peligrosos.
Aunque para él, riesgo no hay al conocer la zona a la perfección.
Una vez que se tira al mar ante la exclamación de admiración de los visitantes extranjeros, sube por la ladera rápidamente.
Luego camina entre los turistas y hay quienes cooperan con algunos dólares.
Cuando se habla del clavadista en el destino, todos dirigen su imaginación hacia la glorieta Sánchez Taboada ubicada en el paseo Olas Altas.
Pero este es uno de los pioneros en esa actividad de alto riesgo y son pocos los que saben de su existencia